CONFESIONES

Primero, segundo, postre, café, copa y cigarro. Una caótica mesa de bar de carretera repleta de vasos y platos, historias a la espalda enlazadas en conversación y amnesia. Devoramos. La vida sin masticar. Fran no se encontraba bien, a cada pregunta que le hacía me respondía con una frase absurda e infantil, tampoco podía hacerle demasiadas, sabía poco de su pasado y persona. No sabía si inventaba o había quedado para encerrar. Cuando le preguntamos por su edad, nos dijo que ochenta y dos, eso sí los vaqueros le sentaban de muerte. Me propuse tener paciencia. Lucy profetizó que se le pasaría, había visto casos peores, decía. El momento que le dejé solo, hizo trueque con un señor en la barra, su sábana a cambio de un sombrero. No sé cómo lo consiguió. La sombra en su cara encerraba tantos secretos...

- En Cannes tendremos que separarnos, si no os bajáis antes, claro. Allí debo tomar un barco que me llevará a Córcega y luego a Nápoles.
- Qué bien te lo montas, nunca he subido a un barco, soy completamente de secano. Debe marear ..
- Cuando piensas que eres un minúsculo punto sí, baja la tensión, sigues pensando en ello y hasta se te pueden caer las bragas..

Nuestras carcajadas se mezclaron con el tintineo de la puerta. La hora del café de una pareja de la Ley y el Orden. Comenzaron a sudarme las manos. Susurré a Fran que no debía abrir en ningún momento la boca si se acercaban, ni aunque le torturaran. Avisé a Lucy con la mirada y en ese momento subieron el volumen de la televisión. Es verdad, en la televisión una es más gorda aunque salga en fotografía. No tuve la sangre fría de aguantar lo que ahí decían de mi vida y me levanté al servicio.

- Ya te recuerdo, ya sé quien eres ...sé quien eres.- gritó Fran ante la mirada atónita de los que allí se encontraban. Tragué saliva y me puse las gafas de sol.
- Cállate....-pero seguía gritando
- Tú has matado a alguien... .- sentenció.